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martes, 3 de abril de 2012

Teatro Colón




TEATRO COLÓN


El Teatro Colón, situado en la Ciudad de Buenos Aires, es uno de los teatros de ópera más importantes del mundo por su tamaño, acústica y trayectoria. Es considerado uno de los cinco mejores teatros para la ópera por su espectacular acústica.
Comparable a La Scala de Milán, la Wiener Staatsoper, la Ópera Semper de Dresde, y la Ópera de París, es índice inequívoco de consagración y cita ineludible de quienes aman la música. El Colón ha sido desde siempre un teatro venerado por los públicos y por los más grandes artistas.
A fines del año 2006, el Teatro Colón fue sometido a un profundo proceso de restauración consertiva y modernización tecnológica, que le devolvió el brillo original de sus años de esplendor, logrando mantener su acústica. Fue reabierto el lunes 24 de mayo del 2010, como parte de los festejos del Bicentenario de la Argentina.
Depositario de una larga tradición de la musica Argentina comenzada en el siglo XVIII, fue inaugurado el 25 de mayo de 1908 con Aida de Giuseppe Verdi, con Lucia Crestani y Amedeo Bassi después de haber estado en construcción durante casi veinte años.
Los sucesivos arquitectos que tuvieron a su cargo la imponente obra (Francesco Tamburini, Vittorio Meano y Jules Dormal) conciliaron en su diseño estilos tan disímiles como el ático-griego, que predomina en el exterior, y -en palabras de Meano- "los caracteres generales del Renacimiento italiano, la buena distribución y la solidez propias de la arquitectura alemana, y la gracia, variedad y bizarría de ornamentación asociadas a la arquitectura francesa", hasta conformar un admirable ejemplar del estilo "ecléctico" del siglo XIX.
En rigor, el significado urbano del Colón excede el marco de una sala de espectáculos para figurar, junto con el Palacio del Congreso y la Casa Rosada, entre los monumentos históricos más representativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
 El edificio ocupa 8.200 metros cuadrados y la superficie total es de 58.000 m² en el predio delimitado por las calles Tucumán, Libertad, el pasaje Arturo Toscanini y la calle Cerrito (Av. 9 de Julio) desde donde se contempla una excelente perspectiva del teatro.



Con capacidad para 2.487 espectadores sentados (alcanzando los 4.000 con los puestos de pie) divididos en siete niveles, la sala agota las posibilidades de la forma de herradura a la italiana - es una de las mayores del mundo - tiene 32 metros de diámetro, 75 de profundidad y 28 de altura en un entorno de estilo ecléctico, que combina el neorenacentismo italiano y barroco francés, el diseño del teatro presenta una rica decoración en dorado y escarlata.
La cúpula original de Marcel Jambon se dañó con filtraciones de humedad después de un baile de carnaval en los años 30; y fue vuelta a pintar en 1966 con motivos musicales por el reconocido artista contemporáneo Raúl Soldi rodeando a la araña central de 7 metros de diámetro con 700 bombitas eléctricas.
El escenario tiene 35 metros de profundidad por 34 de ancho y la boca de escena es una de las más grandes en los teatros con forma de herradura a la italiana.
Rodean la sala, el gran hall de entrada (Foyer), el Salón Dorado, el Salón de los Bustos, el Salón Blanco y el Museo que alberga los trajes utilizados por algunas de las celebridades que pasaron por su escenario.
El Instituto Superior de Arte, la biblioteca, el Centro de Experimentación Musical y los talleres conforman dependencias extraordinarias que lo diferencian de otros teatros del mundo debido a que la mayoría de las puestas en escena, telones, elementos escenográficos, de vestuario y todo lo necesario para una producción completa se construyen en las mismas dependencias del teatro. Tanto el instituto como los talleres y los cuerpos estables de coro, orquesta y ballet son un semillero de talentos que han dado prueba de la capacidad profesional y artística de sus egresados y empleados.



Entrando por la puerta principal de la calle Libertad, una marquesina de hierro forjado recibe al visitante y un gran vestíbulo lo introduce en el Teatro. Adornan ese vestíbulo columnas con basamento de mármol rojo de Verona, recubiertas de estuco imitando el mármol "botticino", con aplicaciones de estuco dorado.
El hall, de 14 metros por 28, está coronado por un luminoso vitral en forma de cúpula, a 25 m del suelo, realizado por la casa Gaudin de París. El piso, con diseño de guardas y motivos decorativos, está realizado en teselas de gres de irregular forma.
Dos cabezas de león, talladas en piezas únicas, flanquean la escalinata de entrada, construida en mármol de Carrara. Mármoles amarillos y rosados de Siena y Portugal dan distintos matices de color y textura a la balaustrada. Sucesivas escalinatas, enmarcadas en vitrales de Gaudin, llevan a los niveles superiores
Está construida con curva "a la italiana", en forma de herradura algo alargada, tiene 75 metros de largo total, con 38 metros desde el fondo de la platea hasta el telón. La sala une a las características ideales de la resonancia italiana y la claridad francesa, un elemento imponderable y único que ha convertido al Teatro Colón en favorito de muchos grandes artistas.



Un gran "plafonnier" de bronce en semiesfera ilumina la sala con 600 lámparas. Un centenar de apliques de bronce con tulipas de diseños múltiples y numerosas cajas con luz indirecta, sumados al rojizo y fresa de la tapicería y al oro pálido y marfil antiguo de los elemento de decoración, otorgan a la sala un tinte cálido y acogedor.
La platea está formada por 632 butacas de hierro forjado y madera, tapizadas en pana y dispuestas en veintidós filas, divididas en dos por un corredor central. La generosidad de las dimensiones del teatro permite el paso cómodo de espectadores entre las filas, sin molestar al público ya sentado.
Desde las entradas laterales hasta el escenario hay, a derecha e izquierda, sendas filas de cinco palcos "baignoire" o "grillés", construidos bajo el nivel de la platea y cerrados por una reja removible de bronce. Utilizados originalmente por el sector del público que guardaba luto o no quería ser visto, esos recintos -que el arquitecto Meano llamaba "palquitos con reja"- albergan hoy cabinas de grabación de audio y video, así como de retransmisión de los espectáculos por radio o TV. Esas grabaciones forman parte del archivo del Colón, que contiene buena parte de la memoria viva del teatro, y algunos de cuyos tesoros están ahora disponibles para los melómanos del mundo.
Se elevan desde la platea tres niveles de palcos: bajos, balcón y altos. Construidos a la francesa, abiertos y con divisiones bajas, una cortina de brocato de seda color rosa viejo los separa de su antepalco, amueblado con banquetas, espejos y percheros. Los pisos superiores reciben los nombres de cazuela (con espacio de pie tradicionalmente destinado a las damas), tertulia (con espacio de pie para caballeros), galería y paraíso. A las localidades con asiento se suman más de mil quinientos lugares para espectadores de pie, distribuidos en esos cuatro niveles.
A 28 metros de altura, la sala está coronada por la cúpula realizada en 1966 por el gran pintor argentino Raúl Soldi.

En sus palabras, "...He querido hacer de la cúpula un espejo, una memoria de colores que evoque la magia de este Teatro. Al poner las manos en el proyecto, pensé fijar en el techo todo lo que acontece y aconteció en el escenario. De este modo surgió la idea de esa ronda en espiral invadida por cincuentiún figuras, incluyendo los duendes del Teatro, que logré rescatar escondidos en cada rincón del mismo...".
Los personajes que habitan la obra ilustraron también el ballet que sobre las Arias y danzas antiguas de Ottorino Respighi, se representó en la sala el día de la inauguración de la nueva pintura de la cúpula, el 25 de mayo de 1966.
El tradicional paseo durante los intervalos permite la visita a los grandes salones del Colón. El Foyer o Galería de los Bustos, decorado con bustos de compositores realizados por Luis Trinchero, y con el importante grupo escultórico llamado "El secreto", de Eberlein, comunica con el Salón Blanco. De estilo Renacimiento francés, se trata del antepalco de la platea balcón en funciones oficiales y se utiliza frecuentemente para reuniones formales, conferencias y agasajos. Dos grandes galerías, coronadas por vitrales, ofrecen una vista amplísima del hall de entrada y conducen de la Galería de los Bustos al Salón Dorado.
Lugar preferido de encuentro, el Salón Dorado es de inspiración francesa, reminiscente del Grand Foyer de la Ópera de París. El dorado a la hoja de su decoración, las columnas talladas, las arañas, los vitrales de Gaudin con imágenes de Homero y Safo y el refinadísimo mobiliario son reflejados por una sucesión de espejos que potencia su fastuosidad. Convertido ya en una sala con vida propia, el Salón Dorado es centro permanente de conciertos de música de cámara, conferencias y exposiciones paralelas a la actividad de la sala, con entrada libre y gratuita.

HISTORIA

El primer Teatro Colón se inauguró el 24 de abril de 1857 en el predio que hoy ocupa el Banco de la Nación Argentina, frente a la Plaza de Mayo. Son las instituciones y su gente, más allá de los edificios que los albergan y de sus inevitables influencias, las que cuentan para la historia. Un siglo y medio de tradición operística es la que tiene a su haber el Estado de la Ciudad de Buenos Aires, y esto no es poco pues las condiciones políticas y económicas cambian, y esto va jalonando ese gran derrotero histórico con períodos que ostentan rasgos singulares.
Aquel viejo Colón estaba llamado a apagarse un 13 de septiembre, en 1888, para dar paso a un emprendimiento estatal de mayor calibre, que desembocó, veinte años después, en el actual edificio de la calle Libertad. En el intervalo, la crisis de 1890 y sus coletazos impidieron la inauguración de la nueva sala para el 12 de octubre de 1892, a 400 exactos años del descubrimiento de América.
En los veinte años durante los cuales el Colón no tuvo vida, el Teatro de la Ópera, sito en el mismo solar que el actual de la avenida Corrientes, fue amo y señor de las temporadas porteñas. Claro que lo alimentaba el mercado creciente de la inmigración, reflejado en una competencia intensa de parte del Politeama, el Odeón, el Teatro Comedia, el Teatro Marconi, el Avenida, a los que se sumaría en 1907 el Coliseo, sin perjuicio de salas menores como la de Mayo o la Zarzuela.
El nuevo Colón nació, entonces, aquel 25 de mayo de 1908, como "un teatro más", si se piensa que el Opera ofreció ese mismo año 14 óperas en 54 funciones, con elencos superiores a los improvisados del que entonces aún no era el primer coliseo. La nueva sala estatal, concebida como un teatro de concesiones bajo la supervisión de una comisión municipal, nació a destiempo, en un mercado donde se derrumbaba la mayoría de las salas hasta hacía poco exitosas.



Así, el primer reto para el Colón fue sobrevivir en un mundo que había cambiado las reglas, pero el es el Estado el que lo salva. Es decir, en 1925 abre una nueva etapa al crear sus cuerpos estables como la Orquesta, el Coro y el Ballet, ante la imposibilidad de contar siempre con elencos extranjeros completos. Empero, la paradoja no tarda en aparecer pues entre 1925 y 1930 se volverá a un régimen de concesiones para la temporada principal o de invierno, mientras la municipalidad se hará cargo de una breve temporada de primavera.
Sería sólo en 1931 cuando se plasmaría la municipalización, la que hasta entrada la Segunda Guerra Mundial logró una de las etapas más estables y fructíferas del teatro, que comienza a casi reinar solo en el mercado al que se dirige.
Los elencos internacionales eran cada vez más complicados de contratar por la guerra, y esto arrojó resultados disímiles según los casos. Para el Colón, fue el incremento de artistas nacionales que, al provenir de diversos orígenes, eliminaron distorsiones propias de la tradición italiana, que imponía esa lengua para todo tipo de óperas, costumbre que en el Coro tardó mucho en erradicarse.
Por entonces, las agendas y los cachets de los cantantes internacionales no eran tan exigentes como los actuales, ni mucho menos. Los directores artísticos viajaban a Europa o Estados Unidos para comprometer a los artistas, que sólo se contrataban formalmente dos o tres meses antes y con el presupuesto aprobado; costumbre que hoy la realidad hace inviable, económica y prácticamente.
En 1961 se estableció por ordenanza un nuevo esquema funcional, que persistiría hasta la década de 1990 que consistía de un equipo integrado por director general, artístico, técnico y administrativo.

Apareció así una pendularidad en la historia del Colón que es propia de la historia del país: un nacimiento en crisis (1908-1930), con la creación intermedia de épocas estables (1925), una primera época de oro con la Municipalización (1931-1943), una segunda crisis (1943-1960) y una nueva época dorada, que se iría agotando gradualmente hasta finalizar la década de 1980. Cabe destacar que en 1957, cuando el teatro se aprestaba a celebrar cincuenta años de inaugurado, un sacudón institucional provocó la suspensión de la temporada (que comenzó en septiembre de ese año), hecho que determinó la necesaria reorganización posterior.
En 1968 se proyectó la ampliación del Colón, que se construiría bajo tierra y a un costado del antiguo edificio, evitando así modificar su valiosa arquitectura. El diseño estuvo a cargo del estudio Mario Roberto Álvarez y Asociados, y fue pensado para concretarse aprovechando el tiempo de seis recesos consecutivos de temporada. La obra significó la refacción y reequipamiento de la sala, del escenario, de los camarines y de los talleres y la construcción del anexo subterráneo bajo la plazoleta República del Vaticano (que fue transformada en un estacionamiento), adonde funcionarían más talleres, depósitos y salas de ensayo.
El Colón sobrevivió a los sacudones de 1973 y se mantuvo como un teatro internacional hasta mediados de la década de 1980, que concluyó en 1988 con el cierre parcial del Teatro, sustentado en la necesidad de reformas técnicas, pero también alentado por una sociedad que padecía una arrasadora hiperinflación.
Para ese entonces, aún no se advertían con claridad los cambios que en el mundo padecerían las instituciones dedicadas al arte lírico. El Estado tendería a resignar su responsabilidad en el sustento de grandes burocracias teatrales; tendería, como en el caso del Metropolitan, a la búsqueda incesante de patrocinios; los cantantes aumentarían sus retribuciones hasta límites impensados (hoy un comprimario cobra más que una primera figura en los 70), y las agendas harían imposible sostener un teatro con elencos internacionales que no contratare por lo menos con tres años de anticipación.
A fines de los 90, tras una década de brillo y actualización, con grandes voces y la creación del Centro de Experimentación, comenzó un nuevo período de inestabilidad cuya prueba es la sucesión de diez gestiones en la última década del teatro, en un promedio similar a la sucedida en los años 40. También en ese año nació en Buenos Aires un circuito privado de ópera inimaginable años atrás.
El Colón ya deja de estar solo, y la merma de elencos internacionales comienza a homologar sus propuestas con las de entidades privadas que sostienen temporadas hasta hoy. Este nuevo rasgo no hizo más que afianzar otra lección de la historia de cuando las guerras hicieron imposible el recurrir a compañías o artistas extranjeros que fue la ocasión propicia para el surgimiento de una pléyade de artistas argentinos que, desde siempre, sostuvieron al teatro. Sin embargo, citar nombres sería una injusticia, pues es posible incurrir en omisiones.
La historia ha demostrado que una institución como el Teatro Colón siempre ha logrado superar los avatares de la gran historia en la que está inserto, como el ente vivo que es y seguirá siendo, porque la capacidad de adaptarse a nuevas realidades está en su propia partida de nacimiento.
A lo largo de los 104 años transcurridos desde su inauguración, el edificio ha padecido el deterioro lógico, producto de la falta de mantenimiento e inversión, y el desgaste propio de sus materiales y la acción de agentes externos como la contaminación, la lluvia, la humedad y el paso del tiempo.
El Teatro Colón estuvo en obras de reparación por más de tres años, desde el 2007 al 2010, donde se realizó una restauración conservativa que abarcó la totalidad del edificio, la obra estuvo a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano de la ciudad de Buenos Aires.
El 24 de mayo de 2010 a las 08:20 pm en pleno festejo por el Bicentenario de Argentina se produjo la reapertura con un gran espectáculo de animaciones tridimensionales donde el teatro se vio totalmente restaurado a su antiguo esplendor. En su reapertura, asistieron muchas personas famosas del entorno artístico y político del país y se escuchó y vio La Boheme.






martes, 27 de marzo de 2012

The Globe II



EL PRIMER TEATRO ISABELINO

Según un experto del Museo de Londres, se construyó en lo que eran las afueras de la ciudad porque  el alcalde  prohibió los espectáculos teatrales en la zona central por considerarlos una diversión  pecaminosa.
Construido en 1576 por el actor y productor teatral James Burbage, y conocido durante veinte años como  The Theatre  dado que fue el primer teatro construido en  Londres, donde seguramente se estrenaron Romeo y Julieta, Hamlet  y algunas comedias como Sueño de una Noche de Verano, entre otras obras.


James Burbage tenía muchas ideas acerca de cómo crear el primer teatro isabelino. Comenzó su carrera como carpintero y contaba con esa experiencia, sin embargo era conciente que le faltaban otros conocimientos, de manera que consultó a John Dee (1527-1608), notorio alquimista, ocultista, matemático,  estudioso notable que contaba con  conocimientos de arquitectura teatral antigua  y diseñó los planos para la construcción del teatro. Se dice que construir The Theatre costó 700 libras, una suma considerable en aquella época.
The Theatre  fue la sede del grupo  Lord Chamberlain´s maid , la compañía teatral en la que Shakespeare comenzó a actuar y con la que representaría sus primeras obras. El teatro debió ser desocupado por la compañía luego de una larga disputa sobre la tenencia y alquiler del lugar. Según la versión histórica dominante, en la Navidad de 1598, en el medio de la noche, los actores y dramaturgos desmontraron todo el edificio y se lo llevaron al South Bank para construir el mítico «Globe», el teatro donde se representaron la mayoría de las obras de Shakespeare, clausurado y demolido por los puritanos en el siglo XVII y minuciosamente reconstruido para su apertura al público en 1997.
Un especialista del Instituto de Shakespeare de la Universidad de Birmingham, Martin Wiggins, explicó que, la  compañía no era dueña de la tierra en que estaba «The Theatre», pero sí le pertenecía el material con el que se había construido el teatro. De modo que se llevaron lo que era suyo para construir el Globe.The Theatre  era el único de los teatros al aire libre que permanecía sin ser localizado. El «The Rose» fue descubierto en la zona del South Bank, muy cerca de donde se encuentra hoy la réplica del «Globe».
El diseño de The Theatre fue posiblemente adaptado de los patios de las posadas que habían servido como escenarios para actores y luchas de osos.
Era un edificio poligonal de madera con tres galerías que rodeaban un patio abierto. Desde un lado del polígono se extendía un escenario central. Para hacer el teatro lucrativo, es posible que el escenario fuese portátil para poder quitarlo y permitir luchas de animales. El patio abierto enfrente del escenario era ocupado por aquellos que sólo pagaban un penique. Por otro penique más, los espectadores podían entrar en las galerías donde miraban en pie o, por un tercer penique, procurarse un asiento. Una de las galerías, aunque las fuentes no indican cuál, estaba dividida en pequeños compartimentos que podían ser usados por los ricos y los aristócratas.
Vale la pena recordar que una de las épocas más gloriosas del teatro universal es la comprendida entre finales del siglo XVI y principios del XVII en la Inglaterra isabelina. Durante el reinado de Isabel I el arte teatral cobró extraordinaria importancia. Las compañías de actores y los teatros, en un principio regidos por los gremios, ocuparon un puesto destacado en la vida nacional, y sobre todo en la londinense.
Las representaciones se daban por la tarde, a la luz del día, y apenas se usaban decorados, aunque sí un mobiliario y unos accesorios variados y abundantes. Otros teatros públicos de la época isabelina fueron el Courtain (1576), el Rose (1587), el Swan (1594), el Fortune (1600), el Red Bull y el Hope. 


Conviene distinguir estos teatros públicos de los llamados privados. Estos últimos eran cerrados, se destinaban a espectadores selectos y sus representaciones se hacían a la luz de antorchas y candilejas. Entre estos últimos se destacan el Blackfriars, adquirido en 1608 por otro Burbage y el más elegante del Londres isabelino, el Whítefriars y el Phoenix (también llamado Cockpit), situado en Drury LaNe, desde entonces famoso emplazamiento teatral. Casi todos esos locales fueron construidos por Phílip Henslowe.
En unos y otros teatros, tanto en los públicos como en los privados, presentaron sus obras todos los dramaturgos de esta gran época de teatro inglés.  El edificio, de madera, fue al principio  redondo o poligonal (entre 8 y 24 lados),  años después apareció la estructura cuadrada. La media de las medidas exteriores estaba en los veinticinco metros de diámetro por diez de alto. La capacidad de los mejoresde estos teatros andaba en torno a los dos mil espectadores.

El escenario, apoyado en el muro del fondo, proyectaba su plataforma hasta el, centro del patio y admitía espectadores en tres de sus lados. Se componía de tres lugares escénicos: un proscenio de ocho a doce metros de ancho, una escena protegida por un techo de paja sostenido por pilotes, y una escena de fondo, que se cerraba con una cortina y que estaba dotada de puertas que daban acceso a los pasillos. Por encima de este plano, y en el fondo, un segundo piso, con una ventana a cada lado, ofrecía otra escena cubierta, con telón, y practicable de una ventana a la otra. Finalmente, había un tercer piso que podía ser utilizado por los actores o por los músicos, según los casos. De éste modo, él escenario isabelino se emplazaba en un espacio cuyas tres dimensiones contribuían a los efectos escénicos. El proscenio se destinaba a las escenas al aire libre, mientras que la escena del fondo servía para los interiores.
Los planos superpuestos figuraban ventanas, balcones o murallas; desde ellos se desplegaban las oriflamas o se lanzaban los desafíos o los apostrofes líricos. En la plataforma estaba dispuesta una trampa o escotillón. No había telón, ni lienzos pintados, ni decorado propiamente dicho. Se empleaban accesorios con función simbólica o para generar una ilusión real. La música,  íntimamente ligada a la acción, subrayaba el lirismo y la pasión.
Su función era más de sugestión activa que de acompañamiento, añadiendo sus sortilegios a los de la acción y la palabra.
En cuanto a la iluminación, generalmente las representaciones se realizaban bajo la luz natural de la tarde, sin embargo cierta iluminación artificial  se utilizaba para proporcionar atmósfera de escenas nocturnas. No existían interrupciones entre acto y acto ya que la escenografía escasa y fija no lo requería. El mobiliario y los objetos daban  la ubicación de la acción (un trono era la corte, una mesa de taberna, una taberna, etc.).


Las obras se realizaban durante  los meses de verano y se trasladaban a teatros cerrados durante el invierno.  
Cuatrocientos treinta y dos años después de que fuera construido, arqueólogos británicos determinan que se trata del primer teatro en el que el dramaturgo isabelino William Shakespeare representó sus obras. El predio está ubicado en Shoreditch (parte del moderno barrio londinense de Hackney) zona que es hoy  una de las más activas en oferta cultural y vida nocturna. El hallazgo se produjo en 2008, cuando obreros, que transcurrían rutinariamente un día de demolición en un almacén abandonado de Londres, encontraron sorpresivamente los restos del  primer teatro construido en la ciudad.
Curiosamente la excavación se realizaba para construir un nuevo teatro de la «Tower Theatre Company», que pone en escena una obra de Shakespeare por año. A sólo un metro y medio por debajo del nivel de la calle se descubrió una superficie de grava en pendiente que suponen  fue el patio descubierto donde los espectadores veían de pie el espectáculo. Los arqueólogos creen que el escenario propiamente dicho tal vez esté sepultado bajo unas casas próximas.





sábado, 24 de marzo de 2012

Teatro Real de Madrid




TEATRO REAL DE MADRID


En 1818, el ayuntamiento encarga al Arquitecto Mayor, Antonio López Aguado, el proyecto del futuro Teatro Real. Pero por diferentes motivos, la construcción del coliseo sufrió varios parones, como el de 1857, que se prolongó durante trece años.
Lo cierto es que durante su dilatada trayectoria, el Teatro Real además de albergar conciertos líricos, se convirtió en un depósito de pólvora, en Congreso de los Diputados o en improvisado cuartel durante la Guerra Civil. Pero fue el 7 de mayo de 1850 cuando su verdadera función parecía más cercana. Entonces se publicó un Real Decreto que concedía seis meses de plazo para finalizar su construcción, esperando así que pudiese ser inaugurado el mismo día en que la reina Isabel II, gran aficionada a la ópera, celebrara su cumpleaños.



Por fin, tras una inversión de 42 millones de reales, el 19 de noviembre de 1850, el coliseo operístico abrió oficialmente sus puertas, en una noche en la que la flor y nata de la sociedad madrileña se dejó ver entre el público. La Favorita, de Donizetti, fue la pieza elegida para la puesta de largo del teatro, con la contralto Marieta Alboni sobre el escenario.
Durante más de setenta años, el Teatro Real ocupó un lugar destacado en el panorama europeo, gracias a que las grandes voces del momento protagonizaban su programación. Incluso Giuseppe Verdi, en 1863, quiso preparar personalmente en Madrid el estreno de su obra La forza del destino, función que interpretaron Lagrange y Fraschini.



A partir de 1868, tras el exilio de Isabel II, el teatro debió cambiar su nombre por el de Teatro Nacional de la Ópera, recuperando la categoría de Real con la vuelta de la monarquía en la figura de Alfonso XII. Durante décadas, el teatro pasó de mano en mano, siendo dirigido por diferentes empresarios y, además, debió resistir a un incendio en 1867 y a un hundimiento parcial en 1925 -época en la que triunfan Miguel Fleta y Matilde Revenga con La bohème, última ópera cantada antes de su cierre-.
Ya en 1966, el Teatro Real reabrió sus puertas tras la reforma dirigida por Juan Manuel González Valcárcel, esta vez como Sala de Conciertos, sede de la Orquesta y Coro Nacionales de España y, posteriormente, de la Orquesta y Coro de RTVE, aunque no fue hasta 1977 cuando el edificio fue declarado Monumento Nacional. Con el paso de los años, se reconsideró la posibilidad de devolverle al teatro su actividad original, se construyó el Auditorio Nacional de Música para acoger las actuaciones sinfónicas y, en 1997, el Teatro Real volvió a ser la sede madrileña de las funciones del bel canto.
Finalmente, el 11 de octubre de 1997, el Teatro Real abrió de nuevo sus puertas como teatro para la ópera. La nueva cubierta solucionó problemas acústicos y amplió el espacio para salas de ensayo, pero la verdadera joya del edificio es la caja escénica que, con 1.472 m², permite complejos cambios de decorado gracias a sus 18 plataformas articuladas, que admiten múltiples combinaciones en el escenario y el foso de la orquesta. Por su parte, la sala de espectadores incluye las mejores instalaciones para favorecer el espectáculo, aun manteniendo la estética histórica en elementos como el telón de boca o las reproducciones exactas del techo de la sala y antepechos de los palcos que fueron instalados en 1850.


Con un aforo que oscila entre 1748 y 1854 localidades en función de las necesidades del montaje, el teatro dispone de 28 palcos en las diferentes plantas, además de ocho proscenios y del Palco Real de doble altura. En contraste con estos palcos, la zona llamada Paraíso (el gallinero  ) es la más alta y la que más ha crecido desde sus inicios, aunque sin alterar la vista general del teatro.
La única planta dedicada exclusivamente al público es ‘La Rotonda’, que rodea por completo el edificio. En ella, se ubican cuatro grandes salones decorados en diferentes tonalidades y con elementos de Patrimonio Nacional y del Museo del Prado. Asimismo, las lámparas se fabricaron en la Real Fábrica de la Granja para el teatro. Cada uno de estos salones ha sido bautizado con el nombre de las calles que se divisan desde sus ventanas: Carlos III, Vergara, Arrieta y Felipe V.
Desde que el 11 de octubre de 1997, dos obras de Manuel de Falla –el ballet El sombrero de tres picos y la ópera La vida breve- abrieran la más reciente etapa del coliseo, el Teatro Real ha ido creciendo poco a poco en número de producciones propias, sin que ello signifique que hayan renunciado a traer sobresalientes montajes extranjeros. El estreno absoluto del nuevo Teatro Real se celebró ese mismo mes de octubre con una producción propia que protagonizó Plácido Domingo: Divinas palabras, obra de Antón García Abril.


Tanto la presentación de producciones propias, como la reposición de sus montajes de mayor éxito o la invitación de montajes foráneos responden a la política de la institución diseñada para formar al público nuevo, pero también para responder a las exigencias de los más fieles aficionados.
Actualmente el Teatro Real de Madrid está considerado como uno de los mejores del mundo.






jueves, 15 de marzo de 2012

La Scala de Milán






El teatro alla Scala (también conocido como La Scala) de Milán, es uno de los teatros de ópera más famosos del mundo.
La temporada del teatro suele iniciarse el 7 de diciembre, día de San Ambrosio, santo patrón de Milán. Todas las funciones deben terminar antes de la medianoche; las óperas más largas deben comenzar más temprano.
Entre los más grandes directores del Gran Teatro hay que citar figuras como Arturo Toscanini, Gianandrea Gavazzeni, Claudio Abbado, Georges Prêtre, Riccardo Muti o Daniel Barenboim.

Ha estado ubicado en dos edificios. Un incendio destruyó el primero, el antiguo Teatro Ducale, el 25 de febrero de 1776, después de una gala de carnaval. Los noventa dueños de los palcos del teatro, le pidieron al archiduque Fernando de Austria la construcción de un nuevo teatro y otro provisional durante las obras.
Teatro de La Scala de Milán.El arquitecto neoclásico Giuseppe Piermarini hizo un diseño inicial que fue rechazado por el Conde Firmian (un gobernador austríaco). Un segundo plan fue aceptado por la emperatriz María Teresa I en 1776.


El nuevo teatro se construyó en el lugar que ocupaba antes la iglesia Santa Maria alla Scala, que dio su nombre al teatro. La iglesia fue desconsagrada y demolida, y en un período de dos años Pietro Marliani, Pietro Nosetti y Antonio y Giuseppe Fe completaron la construcción del nuevo edificio. Fue inaugurado el 3 de agosto de 1778, con el nombre de Nuovo Regio Ducal Teatro alla Scala, con la ópera L'Europa riconosciuta de Salieri.
Como otros teatros de la época, La Scala fue también un casino.
La estructura original fue renovada en 1907, cuando se cambió al diseño actual. En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos dañaron seriamente el teatro. Fue reconstruido y reestrenado el 11 de mayo de 1946 con un concierto memorable, dirigido por Arturo Toscanini.
En La Scala se estrenaron muchas óperas famosas, y mantuvo una relación muy especial con el compositor Giuseppe Verdi. Sin embargo, durante muchos años el compositor no representó allí ninguna de sus obras, dado que Verdi acusó a la orquesta de modificar su música.
Actualmente el edificio posee un museo al que se accede desde el foyer, con una extraordinaria colección de pinturas, bocetos, estatuas, y otros documentos relacionados con la ópera.



El teatro fue cerrado entre el 19 de enero de 2002 y noviembre de 2004 para su restauración. En esta ocasión el proyecto fue diseñado por el arquitecto Mario Botta. Durante este período la compañía se trasladó al Teatro degli Arcimboldi. La restauración fue controvertida porque los que velaban por la preservación del teatro, temían que se perdieran los detalles históricos; La decisión más controvertida fue demoler toda el área posterior al escenario para crear una zona de servicio moderna y funcional, digna de uno de los más importantes teatros del mundo, como se argumentó. En cambio, la filosofía que ha guiado la reestructuración del salón del teatro, ha sido devolver a La Scala el esplendor originario y eliminar todas las modificaciones posteriores. Se han eliminado alfombras y pinturas que ocultaban el mármol originario y, siendo posible, se han recuperado las decoraciones del siglo XVIII de algunos palchi de importancia histórica como la barcaccia del virrey de un maravilloso color azul celeste. Se considera que la compañía quedó satisfecha e impresionada con la calidad del sonido y las mejoras en la estructura. En el espacio que se ha agregado a la parte trasera del escenario se podrán guardar más escenografías. Los puestos fueron equipados con monitores donde se presenta el libreto en inglés, francés o italiano.

Para la reapertura del teatro se escogió la misma ópera que se utilizó en su apertura, L'Europa riconosciuta de Salieri.


jueves, 8 de marzo de 2012

Teatro romano de Mérida





El Teatro romano de Mérida es una construcción promovida por el cónsul Marco Vipsanio Agripa, en la ciudad romana de Emerita Augusta, actual Mérida, España. Según fecha inscrita en el propio teatro su construcción se produjo en los años 16 a 15 a. C.
El teatro ha sufrido varias remodelaciones, la más importante, a finales del siglo I o principios del siglo II, posiblemente en época del emperador Trajano, cuando se levantó la actual fachada o frente de escena, y otra en época de Constantino entre los años 330 y 340, introduciéndose nuevos elementos arquitectónicos-decorativos y construyéndose una calzada que rodea el monumento. Tras el abandono propiciado por el cristianismo a causa de la inmoralidad del teatro, éste se abandona y cubre de tierra, quedando solamente visible la zona superior del graderío (summa cavea). La imaginación popular la denominó "Las Siete Sillas", donde según la tradición se sentaron en ella diversos reyes moros para decidir los destinos de la ciudad. Es además desde 2007, uno de los 12 Tesoros de España.

Teatro ubicado en el conjunto arqueológico de Mérida que es uno de los principales y más extensos conjuntos arqueológicos de España. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993 por la UNESCO. El teatro se localizaba dentro de la ciudad romana en una situación períferica de la misma, junto a la muralla; apoyándose parte del graderío en el Cerro de San Albín.
Levantado siguiendo fielmente las reglas de los tratados de Vitrubio, muestra semejanzas con los teatros de Dugga (Túnez), Orange (Francia) y Pompeya (Italia). El edificio responde a un modelo típicamente romano, ya establecido anteriormente en las construcciones de Pompeya y Roma, siendo el diámetro de su cavea de unos 86 metros.


Graderío

Gradas.     Está compuesto esencialmente de un graderio (cávea) semicircular, con capacidad en su momento para 6.000 espectadores, divididos en tres zonas: imacavea (22 filas de graderio), media (5 filas) y summa, esta última muy deteriorada en la actualidad.
La parte inferior en la que se situaban las clases sociales más acomodadas, está excavada y sustentada en la propia pendiente del terreno, sin soportes artificiales, según la tradición griega y al igual que otros teatros enclavados en España. Esta parte se subdivide en cinco sectores radiales (cunei) delimitados por escaleras para la circulación y, a nivel horizontal, por un corredor (praecintio) que lo separa de las graderías superiores, sustentadas por un complejo sistema de arcos y bóvedas de cañón.
Orchestra.      El lugar de máxima preferencia era la orchestra, espacio semicircular pavimentado de mármoles blancos y azulados. Aquí en tres gradas, originalmente de mármol, se colocaban los asientos móviles de los senadores y las máximas autoridades que acudían a los espectáculos teatrales. La orchestra quedaba separada del graderío por un antepecho de mármol, del cual se conserva un fragmento






Escenario

El proscenio rectangular, el escenario o pulpitum y por último el frontal de la escena (scaenae frons), constituyen la vista más espectacular y característica del teatro, tiene 7,5 m de anchura, 63 de longitud y 17,5 de altura total, está formado por dos cuerpos de columnas de orden corintio con basamentos y cornisas de mármol, adornado con esculturas en los espacios entre columnas y en él se abren tres puertas, una central llamada valva regia y dos laterales llamadas valvae hospitalia. Se aprecian fuertes retranqueos en la disposición de los sillares, en concordancia con el dinamismo estructural y compositivo de la escena. Se desconoce como fue el frente escénico original, ya que el actual parece ser que fue construido en época de Trajano.
En este teatro, no hace falta micrófono para poder hablar, porque tiene una abertura con la que se puede hablar perfectamente sin necesidad de micrófono y se escucha perfectamente.






Hasta finales del siglo XIX, los únicos restos visibles del teatro eran las denominadas "Siete Sillas", restos de la parte alta del graderío, formados a base de hormigón revestido de sillares de granito, que componían la fachada posterior del edificio. Las excavaciones del teatro comenzaron en 1910 estando dirigidas por el arqueólogo José Ramón Mélida; con escasos medios y una metodología no del todo adecuada que ha impedido reconstruir la evolución del teatro desde su abandono hasta finales del siglo XIX, se exhumó la mayor parte del edificio, documentándose numerosas columnas, cornistas, estatuas y otros materiales del edificio, sobre todo del frente escénico.
No fue hasta los años 60 y 70 del siglo XX cuando se reconstruyó el frente escénico, bajo la dirección del arquitecto y arqueólogo José Menéndez Pidal y Álvarez.
Numerosos estudios de los últimos años han revelado que la reconstrucción llevada a cabo en el siglo XX con las piezas encontradas no muestra lo que fue el teatro en su origen y que, por tanto, si se pudiesen comparar ambos teatros, las diferencias serían notables.






Además de ser el monumento más visitado de la ciudad, desde 1933 alberga el desarrollo del Festival de Teatro Clásico de Mérida con lo cual recupera su función original y trasciende el mero ornamento






sábado, 25 de febrero de 2012

Corral de comedias de Almagro


CORRAL DE COMEDIAS DE ALMAGRO
El Corral de Comedias de Almagro es conocido por ser el único que permanece activo. Está  situado en la Plaza Mayor de Almagro y  fue construido por Leonardo de Oviedo, el cual pidió permiso al Ayuntamiento para la edificación del corral en el patio del mesón del toro. Invirtió  en la construcción más de cinco mil ducados, una auténtica fortuna de la época. En su origen el corral de comedias ocupaba una superficie de 622 m, algo más del doble de lo que conserva en la actualidad.
En el siglo XVIII, con la prohibición de los corrales, se convierte en el Mesón de la Fruta, conociéndose desde mediados del siglo XIX como la Posada de las Comedias. En 1950, el dueño de dicha posada, mientras realizaba unas obras, encontró una baraja española pintada a mano fechada a principios del siglo XVIII. Puso el hallazgo en conocimiento del Ayuntamiento y su Alcalde, Julián Calero, la trasladó al gobernador civil de la provincia. Don José María del Moral, por éste y otros documentos, supuso que en ese lugar podría haber existido un corral de comedias.


Se iniciaron las obras y apareció la zona del escenario prácticamente intacta, estaba muy parcelado y en manos de distintos dueños.

Tras el proceso de expropiación y restauración se inauguró en 1952.
Entre la puerta de la calle y el patio se encuentra un zaguán empedrado, en él se encuentra la Cruz de Calatrava. En él había instalado un mesón que funcionaba regularmente hubiera o no representación. En su parte izquierda hubo un fuego manchego y en una de sus pajeras aparecieron la baraja fechada en 1725. Desde el mismo se abría una cancela de madera que comunicaba directamente con el patio (sala). 
El corral está sustentado por 54 pilastras de madera con sus zapatas; las inferiores están montadas sobre un tosco casamiento de piedra para protegerlas de la humedad del suelo. 
La alojería (moderna cafetería de nuestros días) estaba situada al lado de la cancela de entrada al patio.
Los dos laterales se completaban con estrados o gradas que eran ocupados por comerciantes, militares, funcionario.., gente de un nivel social más elevado que en el resto del patio que sólo podía ser ocupado por gente llana (a este patio se le llamaría Patio de Mosqueteros).
Los aposentos privados estaba situados en los laterales del escenario y se alquilaban sólo a familias nobles, por un periodo determinado de tiempo. Las tupidas celosías permitían ver sin ser vistos…Poseían accesos independientes del resto del edificio para mantener el anonimato de sus ocupantes.
La cazuela era el lugar desde donde veían la representación las mujeres. Así lo exigía la estricta moral de aquella época. Estaba situado enfrente del escenario, en la primera planta del edificio. Los accesos eran independientes del patio y corredores, y se comunicaban con la entrada. El corredor lo ocupaban las instituciones tanto civiles como eclesiásticas.
El escenario está situado en la parte opuesta de la entrada y detrás se encuentran los camerinos. La pared del fondo cuenta en su parte superior con un corredor de tres balcones de barandilla que asoman a la escena, y en el lado derecho la puerta de acceso a los cómicos. Bajo el entarimado está el foso, donde se alojaba la compañía con todos sus enseres.


  Durante el Siglo de Oro toda manifestación teatral era conocida como “comedia”, excepto los autos sacramentales. Las representaciones se organizaban en función de las siguientes normas:
  • La temporada comenzaba el domingo de resurrección y terminaba el miércoles de ceniza.
  •  Estaba prohibido fumar
  •  De octubre a abril la comedia empezaba a las dos de la tarde, en primavera a las tres y a las cuatro en verano, para finalizar antes de la puesta de sol. Su duración estaba entre cuatro y seis horas.
  • La estructura de una función era: Loa, primera jornada (acto), entremés, segunda jornada, jácaras o mojigangas, tercera jornada y baile final.
  •    Los hombres y las mujeres no podían estar juntos. Los hombres ocupaban el patio (en gradas laterales, bancos en el patio y de pié) y las mujeres en la grada de las cazuelas.
  •  Los niños no podían entrar
  •  El precio de la entrada no era un precio global
  •  En ciudades universitarias estaba prohibido representar entre semana para que los estudiantes no se distrajeran
  •  Dos de las figuras más características de los corrales eran:   
        El mantenedor de orden à mozo recio del lugar que, provisto de un buen garrote, templaba los ánimos de todos aquellos que se exaltaban

      El apretador à al no existir un aforo determinado, todo el que pasaba tenía derecho a sentarse




En los corrales de comedias no había aseos y las condiciones higiénicas no eran las más adecuadas. Con la llegada, a mediados del siglo XVIII , los distintos gobiernos ilustrados comienzan a prohibir las representaciones en estos locales. La falta de higiene, el riesgo de incendio…A esto hay que añadir el desarrollo de una burguesía que no quiere asistir a las comedias en espacios incómodos y la aparición de espectáculos metateatrales como los que requieren de espacios cerrados con un tratamiento acústico específico.
A finales de siglo se decretó la prohibición , la mayoría desaparecieron, otros se transformaron en teatros a la italiana.
La recuperación de este espacio dio origen al Festival de Teatro Clásico de Almagro . De carácter internacional.